Por Annie Oillic

Esta semana, les quiero compartir  un artículo interesante y una pequeña historia para reflexionar:

Un nuevo padre de familia insistía, durante la exposición de sus expectativas educativas, sobre la adquisición de competencias blandas. Me hizo recordar un artículo publicado, hace ya unos meses en el periódico “Gestión”, el cual les comparto en este link (descargar artículos). Y le contesté que ese trabajo sobre competencias transversales, como son la inteligencia emocional, la empatía y el trabajo en equipo, ya forma parte de nuestros ejes formativos prioritarios.

Quiero compartirles también esta pequeña historia llegada vía Linkedin:

Una maestra escribió en la pizarra las siguientes operaciones:

9 x1= 7
9×2=18
9×3=27
9×4=36
9×5=45
9×6=54
9×7=63
9×8=72
9×9=81
9×10=90

Una vez que terminó de escribir,  volvió a mirar a los alumnos y se dio cuenta de que se estaban burlando de ella por la primera operación, que resultaba errónea. Entonces la maestra les dijo:

«Esa falta, la hice a propósito, porque quería enseñarles algo importante y porque deben aprender como el mundo afuera les va a tratar. Pueden ver que he expuesto 9 operaciones sin equivocarme, pero nadie entre ustedes me ha felicitado por eso. Todos se han reído y me han criticado por un único error.  Hay allí una importante lección que recordar. La gente no les dirá nada sobre lo que hagan bien, sobre los éxitos y logros que puedan obtener, aunque lo hagan un millón de veces. ¡Pero si cometen un simple error,  no lo dejarán pasar despercibido!

¡No se desanimen! ¡Pasen encima de las risas y de las críticas!»

Esta anécdota nos da a todos la oportunidad para asumir una postura auto-reflexiva: ¿cual es mi reacción espontánea? ¿veo el conjunto positivo o me detengo a examinar sólo los errores?