Whatsapp en la comunidad del colegio – por León Trahtemberg
Papás y mamás supuestamente usan el whatsapp para circular entre los padres de las clases escolares de sus hijos todo tipo de información aspirando a que sea útil y productiva para el bienestar de sus hijos. Sin embargo, la realidad parece perfilar un escenario distinto. Según información que se va acumulando de diversos colegios, se está produciendo un efecto perverso, sobre el que vale la pena reflexionar.
Aparecen patrones claramente identificables sobre esa forma de comunicación.
1) Usualmente, se trata de quejas, chismes, reclamos, cargamontón contra alguien: un profesor, el director, promotor, o un alumno o alumna que no gusta a algunos padres.
2) Rara vez aparece algún elogio o reconocimiento, que en todo caso es muy poco frecuente (o se reserva para los epitafios del aludido).
3) Usualmente el tema materia de la queja o crítica no lo puede resolver nadie que sea parte de ese grupo del whatsapp. Es pura descarga, unilateral además, porque el personaje sobre el que se produce la queja, que podría tener una explicación razonable sobre el problema o en todo caso resolverlo si es que hubiera razón para ello, no es parte del grupo. Se habla a sus espaldas.
4) Pocos (si alguno) verifican si lo que está diciendo quien se queja es cierto y objetivo, y si realmente es un asunto colectivo o sólo un tema personal explicado desde la mirada de quien se queja. Obviamente, para quien se queja siempre “mi hijo está bien y la culpa la tiene el otro” o si es institucional “el colegio debería…” etc. Como el “otro” o “el colegio” no está presente en el chat, siempre la información es sesgada y unilateral.
5) Si por alguna razón la queja de un padre o madre es canalizada a un funcionario escolar cuya explicación es aceptada y aclara el panorama, rara vez alguien se lo dice al grupo del chat. Queda en el fuero interno de quien recibió la explicación. Para los demás, el problema sigue tal cual.
6) En todo grupo de padres y madres hay los y las que son más histéricos o reactivos, ansiosos, que no pueden esperar un minuto para verificar, clarificar las cosas o ponderar las consecuencias de lo que escriben, y necesitan compartir su angustia de inmediato por el chat.
A su lado, hay padres y madres más pausados, ponderados, escépticos, que no avalan lo comentado o hasta discrepan pero que no dicen nada en el chat para confrontarse con los líderes de la queja o el chisme. No quieren enemistarse o simplemente no le dan bola, por lo que la cancha del chat queda libre solo para los que se quejan y los que se suman a ellas.
¿Quién gana con todo esto? Nadie. Quizá en colegios débiles los quejadores principales se ganen alguito si es que el colegio para aplacarlos les concede sus caprichos (lo que obviamente perjudica a sus hijos, que no recibirán el trato igualitario y correcto que merecerían, lo que los debilita, porque se acostumbran a que sus padres saquen la cara por éllos). ¿Quién pierde? Todos, porque se intoxica el ambiente, se afecta el vínculo de los padres con el colegio, se afecta la reputación del mencionado en el chat que no tiene defensa, y finalmente indispone a los maestros, que suelen enterarse de lo que se dice en el chat porque no falta un padre o madre que para congraciarse les filtra la información.
Creo que uno de los principales retos de hoy para las escuelas de padres es abrir estos temas, analizar sus diversas aristas, y comprometer a los papás y mamás más equilibrados y ponderadosa hacer escuchar su voz de contención o confrontación ante el mal uso del chat colectivo. A riesgo de que los eliminen del chat, habrán marcado una posición de valor en defensa de sus hijos.
No nos olvidemos que el chat funciona como el bullying. Hay un grupo de agresores y uno o más agredidos. Solo la intervención de los testigos permitirá contener y confrontar al agresor para desactivar su acoso y agresión, para beneficio de la convivencia colectiva. No hacerlo, es convertirse en cómplice y dejarle la cancha libre al agresor para que haga puré a su víctima (que mañana puede ser su propio hijo).
Por último, no olvidemos este axioma: cuando el colegio y los padres sienten que son aliados de un mismo proyecto educativo y lo protegen, ganan sus hijos. Si los padres y el colegio viven en conflicto y discrepancia, pierden sus hijos. Es igual que en la educación de sus hijos: cuando ambos padres están alineados en sus posturas y estrategias educativas, ganan sus hijos; en cambio, si los padres discrepan entre sí y transmiten mensajes contradictorios a sus hijos, les fracturan su identidad, y con ello pierden sus hijos.
¿Qué dicen: jugamos a ganador o a perdedor?
Este Artículo ha sido escrito y publicado por el Sr. León Trahtemberg. Adjuntamos el link a la publicación original:
http://www.trahtemberg.com/articulos/3217-padres-de-escolares-al-ataque-con-whatsapp.html